Un estudio de la Universidad de Cambridge halla el "atajo cerebral" que convierte al consumidor de cocaína en un adicto.
Los cocainómanos podrían tener dificultades para controlar su adicción por culpa de una "puerta trasera" en su cerebro que les haría perder el autodominio; este circuito neuronal, desconocido hasta ahora, ha sido descubierto por científicos de la Universidad de Cambridge. Su estudio se ha realizado en ratas, pero los investigadores creen que sus hallazgos serán relevantes para los seres humanos.
Las drogas provocan la liberación de dopamina en el cerebro, y esa es la razón de que causen euforia. Tomarlas empieza como un acto voluntario, pero con el tiempo se convierte en un hábito que el individuo no controla, algo que también sucede en las ratas.
Trabajos previos dirigidos por el profesor Barry Everitt, del Departamento de Psicología de Cambridge, habían mostrado que cuando se permitía a estos animales acceder voluntariamente a la cocaína, la actividad relacionada con la dopamina tenía lugar en un área del cerebro conocida como nucleus accumbens, que juega un papel importante en el comportamiento dirigido a un objetivo: por ejemplo, el de las ratas buscando la droga.
Sin embargo, cuando se administraba cocaína a las ratas por un largo perído de tiempo, esta actividad se transfería al estriado dorsolateral, clave en los hábitos, lo que sugiere que las ratas perdían el control y desarrollaban una respuesta adictiva.
Los mecanismos cerebrales que equilibran los hábitos con los comportamientos voluntarios implican a la corteza prefrontal, el área del cerebro que dirige nuestro comportamiento. La exposición crónica a las drogas altera la corteza prefrontal, pero también un área del cerebro llamada amígdala basolateral, asociada al vínculo entre estímulo y emoción y que almacena los recuerdos placenteros ligados a la cocaína; pero la corteza prefrontal manipula esta información y ayuda al individuo a decidir si tomar o no la droga: si el sujeto la consume, se activan los mecanismos del estriado dorsolateral y llega la adicción.
Sin embargo, el estudio con las ratas publicado en la revista Nature Communications por el profesor Everitt y el doctor Belin, del departamento de Farmacología de la Universidad de Cambridge, desvela que existe un atajo cerebral que liga los impulsos voluntarios con los hábitos. Ese circuito une a la amígdala basolateral con el estriado dorsolateral y se "salta" el paso por la corteza prefrontal. Esto significa que un adicto puede no ser consciente de su deseo de consumir la droga.
Como explica el doctor Belin, "siempre hemos asumido que la adicción se da por un fracaso de nuestro autodominio, pero ahora sabemos que no siempre es así. Hemos encontrado una puerta trasera que lleva a los hábitos. La adicción a las drogas suele verse como un trastorno psiquiátrico, y muchos de sus tratamientos inciden en restaurar la capacidad de la corteza prefrontal para controlar el consumo de drogas. Pero nuestra investigación demuestra que la corteza prefrontal no siempre es consciente de lo que está pasando, y que esos métodos de cura podrían ser poco eficaces".
Nuestro planeta encierra numerosos misterios sonoros que la ciencia aún no ha sido capaz de explicar.
Imagine que está paseando por una de esas playas vírgenes, para nada machacadas por el turismo, o por un acantilado de los que tenemos en el Cantábrico y, de pronto, escucha como un cañonazo que viene del cielo. No hay duda que se sobresaltará, pero no piense que está ante el anuncio del Juicio Final. Por cierto, eso solo lo entendería el 30% de la población mundial, que es la que se declara cristiana; para el 70% restante, las trompetas del apocalipsis le traen literalmente al pairo.
La cuestión es más peliaguda de lo que pensamos. De esas explosiones que los franceses llaman mistpouffers, los italianos marina o brontidi, uminari en Japón o retumbos en Sudamérica, y que suelen escucharse por las costas de medio mundo, desconocemos prácticamente todo. Se piensa que deben estar relacionadas con el mar pues es habitual escucharlos en las zonas costeras, pero también se oyen en el interior. Tenemos referencias a esas explosiones desde finales del siglo XIX y sigue sin haber una explicación.
Pero no es el único sonido que viene del cielo. A veces no se escuchan explosiones sino cosas como esta en Canada, o esta en Alemania. Es el llamado zumbido, un sonido de baja frecuencia que no todos podemos escuchar. Y no en cualquier sitio: solo en barrios tranquilos y zonas rurales. Uno de los más famosos es el zumbido de Taos, en Nuevo México. Este inquietante sonido tiene una frecuencia entre 32 y 80 Hz, y solo es audible para el 2% de la población.
Pero de todos los misteriosos sonidos que podemos escuchar por el planeta ninguno es más hipnotizador que las arenas musicales de algunos desiertos: sonidos de cuernos, campanas, gruñidos incluso ladridos. Aunque hay algunas explicaciones -en este vídeo se explica cómo 'crear' ese sonido si localizas una 'duna cantante'-, nadie ha podido explicar convincentemente lo que hace que en un lugar suene como un ladrido y en otro como la flauta del dios Eolo. Las arenas musicales representan un peculiar (y nada estudiado) subproducto de la geología.
Todos estos son unos pocos ejemplos de los misterios sonoros que encierra nuestro planeta.
La mayoría de la gente habla interiormente para ayudarse a resolver problemas personales: una mala relación con el jefe, una discusión con un familiar, asuntos de pareja... ¿Qué ocurriría si el diálogo con uno mismo se produjera a través de la realidad virtual? ¿Cambiaría en algo nuestra manera de abordar el problema?
Un equipo de la Universidad de Barcelona ha estudiado los efectos de trasladar esta conversación interior a la realidad virtual. Para ello, veintidós participantes se enfundaron unas gafas y un equipo especial e iniciaron una conversación sobre sus problemas personales.
En la primera parte del experimento, los participantes se sumergían en un cuerpo virtual que se parecía a ellos mismos, creado después de someterse a un escáner en 3D. Desde este avatar tenían que explicar su problema a una representación virtual con la apariencia del psicólogo y padre del psicoanálisis Sigmund Freud (1856-1939), que estaba situado al otro lado de la sala virtual.
En la siguiente fase del experimento, los voluntarios se trasladaban al cuerpo virtual de Freud. Delante veían el avatar que se parecía a ellos mismos y se escuchaban contando su problema. Después, y desde su rol de Freud, ofrecían asesoramiento para abordar el problema.
Por último, los participantes volvían al avatar de su propio cuerpo, desde el que veían y escuchaban a Freud entregándoles el consejo que ellos mismos habían dado minutos antes; aunque con un tono diferente para no reconocer su propia voz. El procedimiento se repetía hasta que llegaban a una resolución adecuada para su problema.
Una semana después se repitió el experimento; pero en vez de ver a Freud, los participantes veían una copia de sí mismos al otro lado de la habitación virtual. De este modo, la conversación virtual la tenían directamente consigo mismos.
Los resultados del estudio apuntan a que esta conversación virtual con uno mismo permite cambiar la perspectiva sobre los problemas personales. En ambos casos, el estado de ánimo y la felicidad de los participantes mejoró, especialmente cuando recibieron sus consejos a través del cuerpo de Freud. ¿Podría esta experiencia servir como un nuevo método de autoterapia?
Todavía hacen falta más estudios para valorar la eficacia de esta técnica, especialmente para abordar problemas más graves. Sin embargo, con el desarrollo de aparatos de realidad virtual inmersiva cada vez mejores, y a precios más accesibles, y en un entorno en el que el acceso a los tratamientos de salud mental está por debajo de las necesidades de los pacientes, esta forma de terapia virtual podría servir para ayudar a las personas a afrontar problemas leves, como por ejemplo el exceso de autocrítica o de vergüenza, antes de que se conviertan en algo más serio.
Mel Slater es investigador de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) y coordinador del Grupo de Investigación Entornos Virtuales en Neurociencias y Tecnología Experimental (Event Lab), de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona. Este artículo ha sido escrito en colaboración con la Unidad de Comunicación de la Universidad de Barcelona.
Por contra, un nivel bajo aumenta las probabilidades de desarrollar la enfermedad.
En los hombres, tener un alto nivel de ácido úrico en la sangre puede ser señal de una menor probabilidad de desarrollar la enfermedad de Parkinson, según un nuevo estudio llevado a cabo por la Universidad Estatal de Pensilvania (EE.UU.) y publicado en la revista Neurology.
La enfermedad de Parkinson suele aparecer en las personas mayores de 60 años y sus síntomas principales son temblores, rigidez, lentitud de movimientos y problemas de equilibrio y coordinación. Estas señales o manifestaciones físicas van empeorando con el tiempo, dificultando la realización de las labores más habituales del día a día.
Ahora, una nueva investigación ha determinado que el urato o ácido úrico, que estudios anteriores ya lo habían sugerido como escudo protector de las neuronas, puede prever las posibilidades de desarrollar párkinson.
Para ello, los expertos examinaron a 90.214 participantes en tres grandes estudios en curso, llevando a cabo análisis de sangre con objeto de medir los niveles de ácido úrico de cada uno de los voluntarios. Hasta 388 personas desarrollaron la enfermedad de Parkinson en el transcurso del estudio.
Combinando sus resultados con otros estudios previos y tras ajustar otros factores como la edad, el tabaquismo o el consumo de cafeína, hallaron que los hombres con los niveles más altos de ácido úrico (6,3-9,0 mg/dL) tenían casi un 40% menos de probabilidades de desarrollar la enfermedad en comparación con los que tenían niveles bajos (menos de 4,9 mg/dL).
“Estos resultados sugieren que el urato podría proteger contra el párkinson o retardar la progresión de la enfermedad en sus primeras etapas antes de que se observen síntomas. Los resultados apoyan la investigación sobre si elevar el nivel de ácido úrico en personas con principio de párkinson puede retrasar los efectos de la enfermedad”, explica Xiang Gao, líder del estudio.
El origen del chicle moderno se localiza en las selvas del norte de Centroamérica y sureste de México, en la región del Petén, epicentro de la cultura maya.
La recolección de la savia del chicozapote, uno de los árboles más comunes de este paraje, daba como resultado la primigenia goma de mascar.
El proceso comenzaba con la realización de incisiones en zigzag sobre la corteza del mencionado árbol y, después de un proceso de secado, se obtenía un producto masticable que los mayas empleaban para limpiarse la boca y los dientes, e incluso para entretener el hambre en los rituales de ayuno.
Con el “sicte”, como ellos lo denominaron, comerciaron con pueblos vecinos como los aztecas, que pasaron a llamarlo “tzictli” (pegar), de donde pasaría al castellano como chicle.
Su éxito mundial se produjo de la mano del presidente mexicano Antonio López de Santa Anna y el americano Thomas Adams, que, tras fracasar intentando sustituir el caucho de neumático por chicle, acabarían utilizando el sobrante para crear las primeras gomas de mascar que vendieron en farmacias.
Hasta bien entrado el siglo XIX, se solía identificar la brujería con la adoración al diablo, y como tal fue perseguida por la Iglesia. No obstante, hoy numerosos antropólogos la conectan, más bien, con las reminiscencias de las prácticas mágicas y los antiguos cultos paganos, especialmente los relacionados con la naturaleza, que se extendían por Europa antes de que el cristianismo ocupara su lugar.
A mediados del siglo XX, el escritor ocultista Gerald Gardner impulsó el desarrollo de la wicca, una religión mistérica descentralizada en la que supuestamente fue iniciado por unas brujas británicas que mantenían vivo el viejo sistema de creencias. La wicca se caracteriza por la magia ritual, concibe la naturaleza como una manifestación de la divinidad y defiende la existencia de dos deidades principales, que encarnarían los principios femenino y masculino. Otras tendencias, caso de la tradición Feri o el cultus sabati, incorporan sus propios símbolos y prácticas.
¿Y dónde fueron más acosadas? A partir de 1320, el papa Juan XXII impulsó la persecución de las brujas y los hechiceros, a los que consideraba en asociación con Satanás. Aun así, en la mayoría de los procesos que se llevaron a cabo en el siglo XIV, los inquisidores se mostraron escépticos. De hecho, lo que podría considerarse como la auténtica caza de brujas no se haría masiva hasta el siglo XVI, con la llegada de la Reforma protestante y la Contrarreforma. El historiador William Monter, profesor de la Northwestern University, en EE. UU., y una de las mayores autoridades sobre este asunto, estima que se produjeron por esta causa unas 35.000 ejecuciones, la mayoría en Europa Central.
Un sistema inmune alterado en el momento de nacer podría causar en algunos bebés la intolerancia a ciertos alimentos.
Nueces, cacahuetes, huevo, leche, trigo… La lista de alimentos que nos causan alergia crece, pero no sabemos por qué. Ahora, un equipo de científicos del Instituto de Investigación Médica de Parkville (Australia) ha descubierto que muchos de los niños que desarrollan alergias alimentarias en sus primeros años de vida presentan un sistema inmune alterado en el momento de su nacimiento, con células que predisponen al problema.
Los investigadores analizaron la sangre recogida del cordón umbilical de 697 niños australianos que pasaron por pruebas de detección de alergias al cumplir un año. Los análisis demostraron que los críos que presentaban intolerancias alimentarias tendían a tener en la sangre de su cordón umbilical monocitos –un tipo de célula del sistema inmune– más sensibles a las bacterias y virus que los de los niños que no desarrollaban alergias. Los monocitos hiperactivos disparan los mecanismos responsables de las reacciones alérgicas.
Esta respuesta fuerte suele ser un signo de buena salud, pero en los recién nacidos y los bebés podría indicar que su sistema inmune es más proclive a reaccionar contra proteínas inofensivas presentes en los alimentos.
Los resultados no indican de qué forma se produce esta sensibilización excesiva, ni si surge durante el parto o en la gestación, pero podrían llevar a una mejor comprensión de las causas de estas intolerancias, y al desarrollo de tratamientos preventivos contra estas reacciones del sistema inmune que pueden poner en peligro la vida de quienes las sufren.
l pasado año, en el Borough Market de Londres, la extravagante pareja Bompas & Parr, formada por Sam Bompas y Harry Parr, autores de arquitecturas de gelatina y fuegos artificiales multisensoriales, crearon una curiosa instalación gastroalcohólica llamada Alcoholic Architecture que generó gran expectación. El experimento, más arte que ciencia aunque muy relacionado con la salud, consistía en internarse, ataviados con un chubasquero que se proporcionaba a la entrada, en una caseta envuelta en una nube de combinados a base de la típica mezcla de una parte de alcohol por tres partes de otra bebida o refresco de acompañamiento.
El grado de humedad en el interior de la instalación, aportado por potentes humidificadores, era del 140 %, de forma que no se veía más allá de un metro de distancia durante la hora que duraba la experiencia. Los participantes inhalaban esa mezcla alcohólica por nariz y boca, de forma que era imposible no acabar más que contento con la inmersión. Sin embargo, los responsables aseguraban que la cantidad alcohólica total ingerida era similar a la de un chupito.
Eso sí, la ventaja de esta forma de emborracharse es que el alcohol no pasa por el hígado y además es un 40% más efectiva que la ingestión normal por boca. Por otra parte, mediante inspiración la intensidad del sabor es menor y también se consumen menos calorías, según afirman los inventores de la idea, que surgió tras escuchar a toneleros decir que terminaban achispados al reciclar los barriles de whisky. Y es que el alcohol, además de pasar por el estómago, también penetra a través de las membranas mucosas, presentes en los bronquios, cavidades nasales y ojos. Eso sí, al acabar la experiencia y salir de la caseta, los participantes de podían tomar un trago como tiene que ser, en copa o vaso y con la misma composición que habían respirado dentro.
ara bolsillos muy exclusivos de California. Luego se atrevió también con los perfumes –su primer frasco cotiza por encima de 2.700 €–, e incluso llegó a acuerdos con Rolls-Royce –firma con la que desarrolló una colección exclusiva de treinta coches a partir de las ideas de sus clientes– y Bugatti –sacó una edición limitada de diez modelos, a precios de uno a 1,5 millones de euros–. Eso sí, no se puede pretender entrar directamente a la tienda.
Desde su creación, en la fachada un cártel indica By appointment, es decir, que solo atienden con cita previa. Es un espacio para VIP que han pisado, entre otros, Obama, Tony Blair, Tom Cruise, Michael Jordan, Giorgio Armani o Carlos Slim. Por término medio, se estima que quien atraviesa sus puertas acaba gastándose unos 100.000 dólares.
¿Por qué la piel del pene aparece de una tonalidad bastante más oscura que la piel del resto del cuerpo? Según Lindsey Bordone, dermatóloga del Centro Médico de la Universidad de Columbia (EE.UU.) se debe a un efecto de las hormonas, ya que los genitales y las areolas se oscurecen de forma natural durante el período de la pubertad.
Cuando los hombres pasan por esta fase, su cuerpo produce más hormonas sexuales andrógenos, que se corresponden con la testosterona, la androsterona y la androstenediona y son responsables de las características sexuales secundarias, como el vello facial y corporal y también presentan pigmentación de la piel. Este oscurecimiento de la piel sucede cuando los andrógenos responden a los melanocitos, o las células de la piel que producen melanina.
Aparte de la fase de la pubertad, otros factores que pueden influir en la pigmentación de la piel, especialmente en la ingle y el escroto, son: la fricción crónica, un desequilibrio hormonal, altos niveles de azúcar (como ocurre en las personas con diabetes) o la obesidad. Otro factor menos conocido puede ser la acantosis nigricans, un trastorno cutáneo caracterizado por la presencia hiperpigmentación y aspecto rugoso en los pliegues cutáneos perianales (la zona alrededor del ano) y en las axilas.
Una nueva investigación contradice la creencia de que a más reproducción también se acelera el envejecimiento.
Que la maternidad es una experiencia muy gratificante, es una frase con la que la mayoría de las madres estarán de acuerdo; sin embargo, que las noches sin dormir y todo el abanico de nuevas sorpresas que acarrea una nueva vida en la familia, sean beneficiosas para retrasar el envejecimiento, no parece estar tan claro. Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por la Universidad Simon Fraser (Canadá sugiere que cuantos más hijos tenga una mujer, más lentamente envejecerá esta. El trabajo ha sido publicado en la revista PloS One.
Concretamente, el estudio ha descubierto que los telómeros de las mujeres que tenían más descendencia eran más largos que los de las que tenían menos hijos. Y, como ya sabemos, los telómeros son aquellas etapas del final de cada cadena de ADN que protegen nuestros cromosomas de los daños y cada vez que una célula se replica, los telómeros se hacen más cortos. Con el paso del tiempo se vuelven tan cortos que dejan de proteger los cromosomas, haciéndolos vulnerables a los daños, lo que evidencia el proceso de envejecimiento de nuestras células con el paso del tiempo.
Así, a pesar de que investigaciones anteriores han apoyado la teoría de que a mayor aumento del comportamiento reproductivo, más acelerado es el envejecimiento biológico, el presente estudio contradice esta afirmación.
Los investigadores evaluaron el número de hijos de dos comunidades vecinas en las tierras altas del suroeste de Guatemala, con un total de 75 mujeres. El seguimiento del estudio se prolongó durante 13 años. Midiendo, gracias a muestras de saliva, la longitud de los telómeros, al principio y al final del experimento, los científicos descubrieron que cuantos más niños habían tenido las féminas, más largos eran sus telómeros; en concreto, por cada hijo nacido, los telómeros eran 0,059 unidades más largos.
“Nuestro análisis muestra que el aumento del número de hijos a través de 13 años de observación sugiere que, en nuestra población de estudio, tener más hijos puede ralentizar el ritmo de envejecimiento celular”, aclaran los autores.
La explicación a este fenómeno podría explicarse por un aumento en la hormona del estrógeno que surge durante el embarazo: “El estrógeno actúa como un potente antioxidante que protege las células contra el acortamiento de los telómeros”, explica Pablo Nepomnaschy, líder del estudio.
¿Menos es más cuando se trata de nuestro pelo? La tendencia de dejar de lado los champús y lavarse el cabello con acondicionadores ha sido ampliamente extendida por personajes conocidos pero, ¿es realmente sano para el cabello y el cuero cabelludo no usar champú?
Según expertos del Westside Mount Sinai Dermatology de la ciudad de Nueva York (EE.UU.) todo depende en gran medida del tipo de cabello que tenga cada uno. “No existe una talla única para todas las situaciones. Todo depende del tipo de cabello. Hay algunos que toleran este método mejor que otros”, expone Angela Cordero, directora del centro.
Lavar el cabello con productos alternativos a los detergentes contenidos por los champús, desde mezclas caseras con bicarbonato de sodio y vinagre de sidra de manzana a una gran variedad de productos manufacturados que contienen aceites naturales y sin detergentes se ha convertido en una moda actualmente.
Según los expertos, si no utilizamos productos para mejorar el peinado como geles, sprays o espumas, no hay motivo para lavar el pelo con champú a menudo, ya que las proteínas de las que se componen el pelo cubren el cabello y lo protegen (glándula sebácea). Sin embargo, sí que existen otras razones por las que es necesario emplear un champú regularmente. Por ejemplo, el cuero cabelludo necesita asearse de la suciedad del ambiente, del sudor seco, de las células muertas de la piel... y todo ello precisa de un jabón líquido, ya que los aceites y acondicionadores no eliminan las impurezas del medio ambiente.
Los dermatólogos exponen que quien no utiliza champú con detergente para limpiar el cuero cabelludo corre el riesgo de desarrollar infecciones fúngicas y bacterianas así como irritación o descamación. El uso regular del champú habitual también ayuda a controlar y tratar problemas del cuero cabelludo, como la psoriasis, el eccema y la caspa.
Un estudio realizado con ardillas apunta a que el estrés empobrece la población de microbios beneficiosos que habitan nuestro organismo.
Que el estrés es una de las lacras de nuestro tiempo está fuera de discusión: a este exceso de tensión se le responsabiliza de males digestivos, trastornos del sueño, depresiones o dolencias cardiovasculares. Ahora, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Guelph, en Ontario (Canadá, ha encontrado un vínculo fisiológico para explicar el deterioro de la salud que acarrea ese estado de alerta crónico: sus efectos sobre el microbioma, o sea, el “zoo” de microorganismos que habita el interior de nuestro cuerpo y cumple funciones esenciales para su buen funcionamiento.
Como cuentan en la revista especializada Biology Letters, los científicos centraron el foco en la población de ardillas comunes (Sciurus vulgaris) que viven en el Parque Provincial Algonquin, en Ontario, a las que tomaron muestras de su saliva y sus heces. Así pudieron comprobar que las ardillas con más hormonas de estrés en su organismo tenían un microbioma pobre, poco diverso. Y también sucedía lo contrario: los ejemplares que supuestamente llevaban una vida más tranquila albergaban una fauna de microbios más rica en su piel o sistema digestivo, por ejemplo.
Dos semanas más tarde, los científicos repitieron el análisis y descubrieron otra correlación interesante: las ardillas que experimentaron un aumento significativo de las hormonas relacionadas con el estrés en ese lapso de tiempo empezaron a tener también más bacterias potencialmente dañinas.
El estudio, el primero de este tipo realizado en animales que viven en su ambiente natural, confirma la relación entre un nivel bajo de estrés y un microbioma variado y saludable, según sus autores.
Consejos prácticos para "alimentar" tu cerebro.
Dar los cuidados adecuados a nuestro cerebro, además de garantizar su buen funcionamiento, nos ayudará a tener en forma la memoria e incluso a prevenir o retrasar posibles procesos degenerativos como el alzheimer. Aquí tienes algunos alimentos imprescindibles para dar de comer al cerebro y garantizar una memoria de elefante.
Las coles de Bruselas, el brócoli o las espinacas contienen vitamina A, vitaminas del grupo B y antioxidantes que ayudan al buen funcionamiento de la memoria y aumentan su longevidad. Entre sus antioxidantes encontramos flavonoides y sulforafanos que tienen propiedades neuroprotectoras y anticancerígenas.
Las verduras, en general, deben estar presentes al menos en dos raciones al día, alternando entre todas sus variedades aunque puede darse más importancia a las citadas. Para aprovechar todos sus nutrientes, se recomienda consumirlas al vapor o incluso crudas.
El pescado es fuente de fósforo, que forma parte indispensable de las membranas de las neuronas. Por ello, su consumo es importante para garantizar el aporte adecuado. También destacamos en el pescado azul el omega 3, que tiene un papel protector frente a la progresión del deterioro cognitivo, por lo que actúa contra las patologías neurodegenerativas.
Está demostrado que el consumo de pescado influye en aspectos como la memoria, el aprendizaje y la inteligencia. El consumo de pescado debe ser superior al consumo de carne y debemos incluir el pescado azul (atún, salmón, trucha, caballa&hellip al menos dos veces por semana en nuestra dieta.
Además de que son gran fuente de omega 3, del que ya hemos hablado, aportan fósforo, magnesio, vitamina E y vitaminas del grupo B, aliados de la salud cerebrovascular de forma que mantienen un correcto aporte sanguíneo en nuestro cerebro.
Los frutos secos son ricos en antioxidantes como los polifenoles, que retrasan el envejecimiento de nuestras neuronas al actuar contra los radicales libres que provocan estrés oxidativo. Destacan las nueces y se recomienda un consumo moderado de frutos secos por su aporte calórico. Un puñadito al día sería lo aconsejado.
Dentro de este grupo destacamos los frutos rojos, sobre todo los arándanos, y la manzana. Los frutos rojos son fuente de vitamina C, ácido fólico, minerales y antioxidantes que son buenos compañeros para mantener una memoria sana. Los flavonoides y los polifenoles son potentes antioxidantes que mejoran las funciones cognitivas y luchan contra la oxidación celular. Tienen efecto antiinflamatorio y retrasan las enfermedades degenerativas.
La manzana posee quercetina, un antioxidante indiscutible en favor de la protección del cerebro. El consumo de fruta debe ser como mínimo de 3 piezas al día, tomadas como postre o como tentempiés.
El ácido fólico y la vitamina B6 que contienen los alimentos integrales ayudan a mantener en forma el cerebro. Gracias al aporte de fibra, se controla el nivel de azúcar y colesterol en sangre, que son parámetros de la salud cerebral.
Mejoran la concentración y el rendimiento en etapas de esfuerzo mental y combaten el estrés. Se aconseja que la alimentación esté basada en alimentos integrales en detrimento de los refinados. Deben suponer alrededor del 50% de nuestra dieta.
Paradójicamente, la temperatura más baja en cada fecha del calendario no se da por la noche, cuando la principal fuente de calor –el sol– está ausente. El momento más frío sucede casi siempre una media hora después del amanecer –hasta una hora en invierno–, por varias razones. De noche, la superficie terrestre irradia energía sin recibir ninguna del exterior que la reemplace, por lo que la temperatura baja desde el anochecer. Después, al amanecer, los primeros rayos son tan débiles e inciden con tanta inclinación que casi toda la energía es absorbida por la atmósfera antes de que pueda llegar a la superficie terrestre. A medida que el sol asciende en el cielo, la radiación que alcanza el suelo aumenta y se iguala al calor que desprende. Ese es el momento en que la temperatura es más baja. A partir de ahí, empieza a subir paulatinamente.
No obstante, este proceso puede variar según la región del planeta en que nos encontremos, la estación y el clima. Los frentes fríos, los vientos y las tormentas pueden trastocar el patrón general y provocar una caída de la temperatura en cualquier momento del día.
Se trata de un polímero ultrafino y transparente que permitiría, por ejemplo, regular la temperatura de nuestras prendas.
Imagina que tienes un jersey con regulador térmico: ¡se acabó ir vestido con múltiples capas de prendas, como una cebolla! Si hace más frío, aumentas la temperatura del termostato y ya está. O que el parabrisas de tu coche almacena el calor procedente del sol y lo libera automáticamente para fundir el hielo una gélida mañana de invierno.
Los investigadores del Instituto de Tecnología de Massachussetts (MIT) creen que tales escenas serán posibles en un futuro no muy lejano gracias a su último invento: un polímero transparente que captura la energía solar y la almacena para usarla más tarde. A diferencia de las tecnologías existentes, no transforma dicha energía en electricidad, sino que la conserva en una configuración molecular estable durante largos periodos de tiempo, de manera que puede reutilizarse tal cual mediante una reacción química cuando sea necesario.
Como explican los investigadores del MIT en la revista Advanced Energy Materials, antes solo se había conseguido almacenar el calor solar de esa manera en compuestos líquidos. El nuevo polímero capaz de hacerlo es ultrafino y transparente, por lo que puede integrar discretamente tejidos o vidrios, por ejemplo, y elevar su temperatura hasta 20 grados centígrados.
La clave científica de este avance son las moléculas de unos materiales (llamados azobencenos) que se cargan cuando reciben la energía solar y vuelven a su estado original con un simple estímulo en forma de temperatura, luz o electricidad, generando calor en el proceso. De momento, los expertos del MIT están intentando solucionar problemas como la transparencia del polímero (todavía les queda un poco amarillento) y la optimización de su capacidad para irradiar calor.
James Bond es ahora un hacker pegado a un teclado. Janire Rámila nos cuenta en su reportaje "Así acechan los modernos servicios de inteligencia" algunos de los métodos de los espías de hoy.
Dentro de las nuevas tecnologías al servicio del espionaje, un arma que cada vez se ve con mayor preocupación es el diseño de virus informáticos para infectar sistemas ajenos o para robar información, ya sea de forma individual o masiva. Uno de los virus más peligrosos puestos en funcionamiento fue el gusano Stuxnet, que en 2010 logró afectar a las instalaciones nucleares de Irán.
Según el New York Times, sus creadores fueron Israel y Estados Unidos, pero ese punto no ha llegado a confirmarse oficialmente. Los iraníes pudieron neutralizarlo cuando ya se preparaba para atacar los sistemas que controlan sus centrales nucleares. De no haberlo logrado, el virus podría haber provocado que todas las centrales explosionaran sin remedio. Y lo mismo podría haber ocurrido en plantas químicas, fábricas de armamento…
Es el nuevo concepto de guerra del espionaje que ya predijera en 2010 Richard Clarke, el entonces asesor de seguridad en el Gobierno de George Bush. Para Clarke, tras un ataque informático a gran escala, “la sociedad se deteriorará rápidamente a medida que escasee la comida y se acabe el dinero, pero lo peor de todo es que, tras toda esa catástrofe, la identidad del atacante seguirá siendo un misterio”. Y es que, según explicó, una ciberguerra a escala planetaria apenas llegaría a los 15 minutos de duración, provocando, eso sí y como bien señala el catedrático de Periodismo en la Universidad Carlos III, Carlos Elías, el colapso de la civilización.
“Caerán los correos electrónicos, explotarán refinerías, colapsarán sistemas de control aéreo, descarrilarán trenes, se mezclarán datos financieros, fallará la red eléctrica, se descontrolará la órbita de los satélites. Una amenaza que solo puede ser contrarrestada con una tecnología superior”, añade Clarke. Es decir, una nueva escalada bélica al modo de la Guerra Fría.
Si alguien te dice que se acuerda del rato más o menos angustioso en que su madre lo trajo al mundo, ten por seguro que miente. Las estructuras cerebrales que nos ayudan a producir los recuerdos no están maduras en el recién nacido, así que este no dispone de herramientas para retener ese decisivo acontecimiento. La memoria episódica, relacionada con los sucesos autobiográficos que podemos recordar, se desarrolla a partir de los cinco o seis años, edad en la que comenzamos a almacenar vivencias que luego podremos evocar de manera explícita.
De hecho, no guardamos memoria de nuestros tres o cuatro primeros años de vida. Los presuntos recuerdos de esa época son engañosos, según los neurocientíficos, y se deben a historias que nos cuentan posteriormente nuestros mayores y que integramos de tal forma que acabamos haciéndolas propias de forma inconsciente.
El sistema neurológico de los niños más pequeños no está completamente desarrollado, y la memoria no mejora hasta que las estructuras cerebrales implicadas –el hipocampo y la corteza frontal– no han alcanzado una maduración que les permite organizar las representaciones mentales del espacio y el tiempo en forma de mapas cognitivos que llamamos recuerdos.
Un equipo de científicos de la Universidad de Indiana Bloomington en Estados Unidos han desarrollado un nuevo material que ha demostrado ser muy eficiente para la producción de hidrógeno a partir de agua.
Este compuesto ha sido fabricado a partir de la combinación de genes bacterianos con la cobertura exterior de los virus. Se trata de una enzima, llamada hidrogenasa, que ha sido modificada para evitar que sea tan frágil, protegiéndola con la cubierta de un virus bacteriano.
El resultado es un biomaterial, al que se han denominado P22-Hyd, que tiene la capacidad de catalizar la formación de hidrógeno mediante la división de las moléculas del agua, y ha demostrado ser 150 veces más eficiente que la forma inalterada de la enzima.
Para llevar a cabo la separación de la molécula de agua, la hidrogenasa cataliza la oxidación reversible, consumiendo protones y produciendo gas de hidrógeno.
El P22-Hyd es potencialmente mucho menos costoso y su producción es mucho más respetuosa con el medio ambiente que otros materiales que se emplean en la actualidad para crear pilas de combustible. Un ejemplo es el platino, un metal caro y poco frecuente, que es uno de los compuestos más utilizados para catalizar hidrógeno para el consumo de coches.
"El material que hemos descubierto es comparable al platino, salvo que es verdaderamente renovable", asegura Trevor Douglas, el director del estudio. "No es necesario extraerlo, se puede crear a temperatura ambiente mediante una tecnología de fermentación y es biodegradable".
Gracias al nuevo material que han descubierto estos investigadores, es posible generar energía para alimentar a los coches y otros vehículos que utilizan motores de hidrógeno de una manera limpia, sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
Los investigadores indican que el siguiente paso consiste en incorporar este material en un sistema de energía solar.
Apuntarse al gimnasio, dejar de fumar, aprender inglés… ¿te sientes identificado con esta lista?
Año nuevo, vida nueva. Muchas personas aprovechan estos días para hacer balance de los últimos 12 meses y, cómo no, elaborar una lista de buenos propósitos. Si eres de los que cada año prometen dejar los vicios y llevar una vida sana, aquí tienes una serie de evidencias científicas que te reafirmarán en tus buenos propósitos. ¡Y feliz año nuevo!
Un estudio publicado en la revista PLoS Genetics demostró que los beneficios del deporte se empiezan a manifestar tras seis meses de práctica: se reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, descienden las grasas acumuladas y además se producen cambios beneficiosos en el material genético. Además, el ejercicio te ayuda a mantener el autocontrol y mejora tu sistema inmune: un gran aliado contra los resfriados del invierno.
Si prefieres algo más tranquilo, como el yoga, te alegrará saber que cada vez son más los estudios científicos que avalan las bondades de esta práctica: reduce el estrés y la ansiedad, mejora tu actividad mental y fortalece tu corazón.
Los efectos negativos que tiene el tabaco sobre la salud son de sobra conocidos y, si te planteas dejarlo, te animará saber que un estudio publicado en la revista Drug and Alcohol Dependence demostró que abandonar el hábito mejora la memoria en un 15%. Otro trabajo reveló que dejar de fumar antes de los 30 alarga la vida una década.
No solo te sirve para mejorar tus expectativas laborales, también es bueno para tu cerebro. Los estudios científicos demuestran que el aprendizaje de otras lenguas mejora la concentración, aumenta la plasticidad cerebral y hasta retrasa el alzhéimer. Además, parece que hablar dos idiomas ralentiza el deterioro cognitivo del envejecimiento.
Aunque no debería ser el principal motivo para realizar esta actividad, dedicar parte de tu tiempo en ayudar a los demás también te va a dar muchas satisfacciones personales: los estudios científicos demuestran que el altruismo mejora nuestra confianza y optimismo, y además promueve cambios fisiológicos en el cerebro que nos ayudan a ser más felices.
Después de los excesos navideños, nada mejor que una dieta saludable. ¿Seremos capaces de mantenerlo? Para motivarte, te recordaremos que comer bien mejora tu salud cognitiva, y que dietas como la vegetarianabajan la presión arterial. Además, recientes estudios ensalzan los beneficios de seguir una alimentación baja en calorías, pues mejora salud y retrasa el envejecimiento.
Se trata de una resina aromática que exuda la Commiphora myrrha, un árbol que de forma natural crece al noreste de África, en Arabia y Turquía. De sabor muy amargo, la mirra fue un bien muy preciado en la antigüedad, ya que se empleaba para elaborar perfumes y ungüentos. Esta sustancia también tiene numerosas propiedades medicinales y se usaba para tratar la ronquera, la disentería y como antiparasitaria. Además, Dioscórides también menciona en su tratado "De Materia Médica" las propiedades abortivas de la mirra. De forma frecuente esta resina era utilizada también como ungüento para embalsamar a los muertos.
Aunque no se sabe con exactitud el significado de este regalo, algunas hipótesis apuntan a que su sabor anunciaba proféticamente momentos muy amargos en la vida del Mesías.
La tecnología permite al humano superar sus restricciones físicas. (Foto: Thinkstock)
Desde respirar bajo el agua como Aquaman, resistir golpes y balas como Superman, o ser más fuerte como Iron Man. Conoce los inventos tecnológicos que nos permiten ser superhumanos.
Y es que desde hace milenios hemos estado creando aparatos que nos lleven más allá del límite, ya sea para poder volar, levantar objetos pesados o desplazarnos a velocidades impresionantes. Con ellos continuamente tratamos de superar nuestras restricciones físicas. Eso es exactamente lo que el primer genio hizo.
Aquaman
Durante siglos habíamos estado tratando de respirar bajo el agua. Aunque se había logrado algo, no fue sino hasta que este gran personaje usó una curiosa tecnología -creada para solucionar un problema causado por la II Guerra Mundial- que lo pudimos hacer libremente.
Se trata nada menos que de ese explorador e investigador francés que con sus películas ha hecho que millones se enamoren del mundo submarino: Jacques-Yves Cousteau.
Antes de que coinventara lo que se comercializó con el nombre de Aqua-lung (pulmón acuático), el buceo profundo era muy distinto. Cousteau soñaba con crear un sistema de buceo realmente libre, que le permitiera a la gente nadar hasta las profundidades sin depender de la superficie. Cuando conoció a Emile Gagnan, se le ocurrió la solución.
Gagnan había inventado una válvula para regular gases, en respuesta a las severas restricciones de combustible causadas por la ocupación nazi de Francia.
Ambos se dieron cuenta de que podían aprovechar la tecnología que se utilizaba en los autos para crear un sistema único que cambiaría al buceo para siempre.
Así nació la escafandra autónoma, con la que explorar las profundidades del océano se volvió más fácil y seguro. Pero, ¿cómo funciona?
"Es una válvula especial", indica Ann Bevan, quien cuenta con más de 40 años de experiencia en buceo.
"Funciona un poco como una puerta para gatos. Si te imaginas que la puerta de gato está en frente de tu boca, cuando aspiras, se abre y entra el aire. Cuando dejas de aspirar, se cierra".
"El Aqua-lung permitió a los buceadores usar solo el oxígeno que necesitaban del tanque de aire comprimido, de manera que ellos controlaban cuándo lo tomaban, y no había desperdicio. Así, podían estar bajo la superficie por más tiempo", explica Bevan.
Superman
Gracias al Aqua-lung podemos respirar bajo el agua. Pero siguen habiendo muchas cosas que nos gustaría hacer, aunque nuestros cuerpos no nos lo permitan, como ser indestructibles.
Antaño, en pos de ese ideal, usábamos armaduras, pero estas presentaban al menos un problema: eran muy pesadas.
En los 60, la científica estadounidense Stephanie Kwolek se topó accidentalmente con un químico que iba a cambiar el rumbo.
Inicialmente, sus pares desestimaron su descubrimiento, pero Kwolek no se dio por vencida y su persistencia resultó en un material que no solo es extremadamente ligero y flexible sino que es cinco veces más fuerte que el acero.
Se llama kevlar y hoy en día se usa en toneladas de productos, desde neumáticos y blindaje antimetralla, hasta cascos de Fórmula 1, pasando por cajas acústicas... y el reemplazo de las armaduras medievales.
El secreto de su tenacidad es que se requiere una cantidad enorme de energía para atravesar o romper el kevlar, pues la absorbe.
Doble personalidad
Han pasado décadas desde que Kwolek desarrolló su poderoso tejido, y la investigación en ese campo ha dado frutos francamente fascinantes.
En 1999, una empresa británica de ingeniería química llamada D3o desarrolló un material al que le puso el mismo nombre.
Se trata de un fluido no newtoniano, lo que significa que en su forma básica se comporta como un líquido pero si uno lo golpea con la fuerza y rapidez suficiente -como cuando das un martillazo- actúa como un sólido.
Entre mayor la fuerza del impacto, más se compacta el material, protegiendo mejor.
Hoy en día, se incorpora a un alto número de prendas de vestir, incluidas las que se usan para hacer deportes como el esquí, pues sus características son muy convenientes para estos fines.
Iron Man
Entonces, logramos respirar bajo el agua y descubrimos cómo blindar nuestros cuerpos, pero nos falta fuerza.
Volvamos a los años 60, cuando el ejército de Estados Unidos quería crear algo que volviera a un ser humano fuerte.
Ralph Mosher aceptó el desafío e hizo el primer exoesqueleto de la historia, el Hardiman.
Parecía algo salido de una película de ciencia ficción, pero realmente funcionaba, haciendo posible que quien lo usaba pudiera levantar un peso equivalente al de cuatro personas adultas.
"No era concebible hasta entonces poner tal máquina en el cuerpo, y él lo hizo. Fue el primer hito en este área", señala Harry Asada, uno de los hombres más destacados en este campo.
Trabaja en Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde están desarrollando varios exoesqueletos para que nos den más fuerza y movilidad.
Con los exoesqueletos, uno puede cargar objetos más pesados de lo que podría sin ellos. "Y también puedes mover cosas más rápidamente o alcanzar algo que esté fuera de tu alcance", señala Asada.
El equipo de su laboratorio utiliza tecnología de punta para "darle a los humanos extremidades robóticas".
Al explicar cómo trabaja uno de los modelos nos dice: "La mano robótica imita lo que mi otra mano hace. Si cierro mi puño, envía un mensaje para que se cierre".
Y eso sin que haya nada que las conecte: la comunicación entre las extremidades artificiales y las naturales es inalámbrica.
El plan es ir más allá de las manos, para darle a la gente piernas y brazos extra.
"Quién sabe cómo podríamos vernos los humanos en el futuro", concluye Asada.