Científicos británicos descubren por qué las plumas de algunas aves nunca pierden el color.
El arrendajo euroasiático (Garrulus glandarius), es un córvido de tamaño medio. Verlo en las zonas boscosas de nuestro país –abunda más en las del norte– no resulta raro: gregario y ruidoso, luce un plumaje colorido que no pierde brillo ni se torna grisáceo con la edad.
Investigadores de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido, acaban de descubrir mediante rayos X la razón de que las plumas de esta ave –y las de otras– mantengan su lustre pese a los años.
El análisis del plumaje del arrendajo, realizado en el Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón, en Grenoble (Francia), ha revelado que este animal usa estructuras anatómicas para generar y cambiar el color de sus plumas, y no pigmentos.
Las plumas del arrendajo se componen de una queratina esponjosa. Los científicos han descubierto que el animal controla el tamaño de los huecos de esta estructura, y de eso dependen los tonos que vemos (van del azul al blanco), ya que la magnitud de esos agujeros determina cómo se dispersa la luz cuando los alcanza, y por tanto el color que se refleja y percibimos con nuestros ojos.
El hallazgo podría ayudarnos a saber cómo sintetizar colorantes más baratos y que no destiñan con el paso del tiempo.