Investigadores del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA) en Austria han utilizado un enfoque novedoso para explorar los procesos y condiciones clave que determinan los niveles de corrupción en la sociedad.
Su análisis pone de manifiesto que la transparencia sobre la integridad de las instituciones es clave para combatir la corrupción, y que se debe mantener la vigilancia contra la corrupción, a pesar de su costo, incluso cuando los niveles de corrupción parecen ser bajos: se propaga como una enfermedad si no nos preocupamos por ella constantemente.
La corrupción nos afecta a todos. Impide el desarrollo equitativo, desestabiliza las sociedades y socava las instituciones y los valores de la democracia. Es visto por muchos como uno de los mayores problemas del mundo.
Según el Foro Económico Mundial, la corrupción cuesta al menos 2,6 billones de dólares o el 5% del producto interno bruto mundial. Según el Banco Mundial, las empresas y las personas pagan más de un billón en sobornos cada año.
Según la encuesta Gallup, la mayoría de las personas incluso coloca el impacto negativo de la corrupción por delante de problemas globales, como el cambio climático, la pobreza y el terrorismo.
Diversas formas de corrupción
La corrupción se presenta de diversas formas, incluido el favoritismo, el clientelismo (el intercambio de bienes y servicios para el apoyo político) y la malversación de fondos públicos.
En un estudio publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos de América (PNAS), investigadores de IIASA, la Universidad de Viena y dos universidades japonesas, analizan una forma de corrupción, a saber, el soborno en instituciones públicas.
Utilizaron una definición amplia de instituciones públicas que también incluía agencias dirigidas por funcionarios como jueces, periodistas o ejecutivos de organizaciones no gubernamentales (ONG); en otras palabras, todos los funcionarios públicos que ejercen el poder sobre la base de la confianza social.
El equipo desarrolló un modelo social del soborno utilizando la teoría evolutiva de juegos, un marco desarrollado originalmente para describir la evolución biológica que es cada vez más utilizado para analizar la evolución social. Esta teoría ha ayudado a explicar la base de conductas altruistas en la evolución darwinista.
Los investigadores utilizaron métodos analíticos y simulaciones y descubrieron que el soborno conduce a oscilaciones sostenidas o amortiguadas de la corrupción. Los resultados confirman la opinión de que la corrupción es endémica y que la transparencia es un factor importante para reducirla.
Los jóvenes avisan: no hay un planeta B.Foto: Bob Blob.
Tres estudios publicados en las revistas Nature y Nature Geoscience demuestran que el aumento de las temperaturas alcanzado en los últimos 2.000 años es mucho mayor que las fluctuaciones climáticas de los últimos dos milenios.
También demuestran que el calentamiento global que se está produciendo desde hace 150 años se debe a la velocidad y al impacto global de este cambio climático de origen antropogénico.
Para llegar a estas conclusiones, el equipo de científicos, que ha contado con la participación de la Universidad de Murcia, evaluó los patrones globales de variabilidad climática durante los últimos 2.000 años, gracias a los datos de casi 700 registros de cambios de temperatura, entre los que destacan los anillos de los árboles o el crecimiento de coral obtenidos a través del proyecto Past Global Changes(PAGES).
“Lo que certifica el análisis de los datos estadísticos que hemos hecho es que ciertos periodos como la Pequeña Edad de Hielo del siglo XVII sucedieron, pero no a escala global y al mismo tiempo en todo el mundo”, afirma Juan José Gómez Navarro, investigador del área de Física de la Tierra de la Universidad de Murcia y coautor del trabajo, en un comunicado.
Grandes cambios pasados
Durante los últimos dos mil años se ha producido una serie de acontecimientos climáticos que han supuesto grandes cambios en el clima, como el periodo cálido medieval (desde el siglo X hasta el XIV), la Pequeña Edad de Hielo (desde el siglo XIV hasta el XIX), y el calentamiento global actual, que se está produciendo desde hace 150 años.
En el caso de la Pequeña Edad de Hielo, el periodo de descenso de las temperaturas se produjo primero en el noroeste de Europa en el siglo XV, en el sureste de Norteamérica en el siglo XVII y en otros lugares en el siglo XIX. Con los registros de temperaturas no se puede afirmar que fuera un proceso global como el actual, señalan los investigadores.
Lo mismo sucede con el periodo que se conoce como ‘Anomalía climática medieval’, que tuvo lugar en torno al año 1000. En aquel periodo se sabe que hubo un aumento de las temperaturas por encima de lo habitual y este suceso ha servido de argumento para quienes defienden que las altas temperaturas actuales son otra anomalía como las ya vividas a lo largo de la historia y no un cambio climático.
Sin embargo, el análisis de los datos, liderado por Raphael Neukom de la Universidad de Berna (Suiza), demuestra que tampoco este fenómeno fue simultáneo en diferentes puntos del planeta, por lo que tampoco puede considerarse global.
Por otra parte, según estos científicos, ningún periodo preindustrial ha experimentado un calor a largo plazo coherente a escala mundial. En realidad, el periodo más cálido durante la era común (después de Cristo) ha ocurrido en las últimas décadas en más del 98 % del planeta, señalan los investigadores.
La mayoría de la gente vive en un estado de ansiedad y estrés por los hábitos y ritmo de vida actual, por eso es necesario que se tome un respiro y meditar un poco sobre cómo mejorar tu estado de salud físico y mental. He aquí algunas formas de hacerlo.
La discusión de los problemas, los obstáculos y las posibles soluciones con un amigo es una gran manera de reducir el estrés. A menudo, como empresarios, estamos tan entrelazados con nuestro trabajo que realmente causan nuestro propio estrés. Además, el hecho de saber que alguien siempre va a estar allí para las consultas, proporciona confianza extra para hacer frente a cualquier situación.
Leer un libro permite que se pueda escapar – sin tener que alejarse- de todas las presiones. Por ello hay que tomarse el tiempo para aprender sobre cualquier tema que se desee, incluyendo lo que sea que está causando su estrés actual. Se puede obtener información, el asesoramiento y la tranquilidad de la lectura.
La escritura es algo que muchos empresarios no hacen lo suficiente; sin embargo, es un ejercicio personal tan poderoso que puede ayudar a entender mejor cualquier dilema o situación. Así que se debe colocar un diario en el escritorio y mantenerlo allí en todo momento. Y cuando una situación de estrés se presenta sacar el diario y anotar el problema.
El gimnasio es una gran manera de liberarse del estrés. Encontrar la motivación para hacerlo es a menudo el mayor obstáculo a superar, pero una vez que uno se acostumbra a trabajar regularmente no se debe perder la oportunidad de eliminar el estrés en este lugar. Aparte de eliminar el estrés, los beneficios para la salud del ejercicio regulares debería ser suficiente para convencernos de ir al gimnasio regularmente.
Junto con el gimnasio, a muchos emprendedores les agradan darse un respiro y desconectarse de la oficina para dejar de revisar correos electrónicos o mensajes de voz si trae se lleva consigo el celular. Hasta es recomendable ir a caminar al parque y relajarse sentado en una banca.
También se debe destinar unos minutos para limpiar el lugar de trabajo; y es que al llegar a un lugar limpio ordenado la mente se relajará y se tendrá una mejor disposición para hacer las cosas.
La verdadera meditación, cuando uno es capaz de darse de baja de todo lo que sucede en su mundo y centrarse sólo en la respiración, tiene beneficios sorprendentes. Se elimina el estrés, permite pensar con claridad y ayuda a reducir la probabilidad de eventos futuros. Los empresarios de hoy están tan ocupados que a menudo olvidan de hacer una pausa por un minuto y simplemente respirar y meditar.
Finalmente, hay que desenchufarse de la tecnología y aventurarse en la naturaleza – una playa, un parque o sendero que ofrecen un escenario ideal para olvidar las situaciones de estrés que se pueda tener durante el día.
Vía: Entrepreneur
Cada año miles de pacientes participan en ensayos clínicos o reciben tratamientos de uso compasivo. Te explicamos en qué consisten, dónde encontrar información fiable y qué puedes pedir a tus médicos.
“No me voy a rendir y si hay algún tratamiento que se adapte a mí, quiero que experimenten conmigo”. Con estas duras palabras se manifestaba la malagueña Carolina Cerezo en distintos medios en busca de alguna vía para tratar el cáncer que le habían diagnosticado con 24 años. En redes sociales y en una carta dirigida a El País, la joven expresaba una desesperación por la que pasan cada año cientos de pacientes y sus familiares cuando se les diagnostica una enfermedad grave para la que los tratamientos aún no son efectivos. El caso de Carolina, que falleció a finales de mayo, se convirtió en un símbolo y un ejemplo más de la necesidad de informar a los pacientes de las vías que tienen a su disposición para acceder a estos tratamientos.
“Lo primero que hay que saber es que, efectivamente, un ensayo clínico es una posibilidad de optar a un tratamiento y que te puede llegar en un momento en que todavía puedas tener una oportunidad, pero también implica incertidumbre, ya que el efecto del tratamiento puede ser neutro o incluso negativo”, explica César Hernández García, jefe del Departamento de Medicamentos de Uso Humano de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). “Por otro lado, desgraciadamente, pedir que experimenten con uno no es tan fácil; o bien existe una línea de investigación sobre esa enfermedad a la que incorporarse o no se abre una línea para probar con un solo paciente”.
Eso no quiere decir que no haya otras alternativas, como el solicitar el tratamiento de uso compasivo si existe algo que se ha mostrado útil contra la enfermedad pero aún no ha sido aprobado. En cualquier caso, la decisión de participar en un ensayo clínico, insiste Hernández, conviene hacerla apoyada por un médico, que suelen estar al día de cuáles son las últimas investigaciones en marcha y disponen de los recursos necesarios. En caso de no estar de acuerdo con el diagnóstico y tratamiento, en España está garantizado el derecho a una segunda opinión médica por otro especialista y en otro centro, si así se requiere.
Para conocer si existen ensayos clínicos en marcha sobre la enfermedad que padecemos, existen varios recursos oficiales. El más útil y actualizado es el de la propia AEMPS, el Registro Español de Estudios Clínicos. Desde 2013 se han incorporado a este registro 5.056 ensayos realizados en centros españoles. Basta con introducir el nombre de la enfermedad para encontrar toda la información. Si uno busca “cáncer de mama”, por ejemplo, encontrará varios ensayos que están en fase de reclutamiento y otros que aún no se han iniciado, y en cada uno de ellos los criterios de inclusión y exclusión, así como los datos de contacto del promotor, que no siempre está en España. Entre los resultados encontramos un ensayo sobre el “cáncer de mama en etapa avanzada” que probará en 540 sujetos la eficacia de un fármaco contra un tipo concreto de este cáncer (HER2 positivo) y lo comparará con otros tratamientos. Todos los datos se pueden descargar en PDF y están escritos con un esfuerzo por hacerlos inteligibles.
“El registro está pensado para que sea accesible para todo el mundo”, explica Hernández. “Nosotros incluimos una cosa que no tienen otros registros, un resumen de 100 palabras en un lenguaje lego sobre cuál es el objetivo del ensayo clínico”. Este registro se puso en marcha tras el Real Decreto Legislativo 1/2015, en el que se hizo un gran esfuerzo para facilitar los procedimientos para aprobar ensayos clínicos y que ha supuesto un gran paso adelante. “Se trata de que los pacientes puedan acceder y preguntar a sus médicos, algo que ya ocurre de manera natural, no podemos poner puertas al campo”, explica el responsable de AEMPS.
El segundo nivel de consulta sobre ensayos clínicos disponibles es a una escala más amplia. Se trata del Registro de Ensayos Clínicos de la Unión Europea (EU clinical trials register), que depende de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). La desventaja es que está en inglés y la información parece de forma mucho menos clara, pero permite localizar todos los ensayos clínicos que se hayan realizado o se estén realizando en los países de la Unión Europea.
A un nivel global se encuentra el registro de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH). En Clinicaltrials.gov se pueden encontrar los ensayos clínicos que se están realizando en más de 190 países. Durante mucho tiempo, para cualquier investigador era requisito indispensable incluir su estudio en este registro si quería publicar los resultados en una revista científica, de modo que se ha convertido en la mayor base de datos del mundo de este tipo de estudios. Aquí también podemos ver el objetivo del ensayo, los datos de contacto de los coordinadores y participantes y su estado actual. Aunque no es habitual, en casos de enfermedades muy poco frecuentes las empresas están dispuestas a pagar el traslado y los gastos del paciente en el país donde se realiza el ensayo.
Otra pata importante del sistema de información pública es la que aportan las propias compañías farmacéuticas, que ponen las bases de datos con los ensayos que están realizando a disposición de los pacientes. Es el caso de la compañía Lilly, que a través de la web Lillytrialguide y de la aplicación Trials4Me nos permite incluir el código postal junto con la enfermedad sobre la que estamos buscando ensayos y obtener una ubicación de los centros en un mapa de Google. Si uno busca información sobre tratamientos para el cáncer de páncreas metastásico, por ejemplo, puede llegar hasta un ensayo en marcha y leer los requisitos que se piden como paciente, los objetivos del trabajo y un botón para contactar directamente con cada centro.
“La web está enfocada a los pacientes, de forma que tú pones la enfermedad que tienes y pones dónde vives y te sale el mapa de Google con todos los centros marcados de qué hospitales están investigando y la distancia”, explica José Antonio Sacristán, director médico de Lilly España. Él y su equipo llevan años haciendo un esfuerzo por llegar a las asociaciones de pacientes y poner a su disposición este conocimiento y estas herramientas, para desmitificar muchos aspectos sobre los ensayos clínicos. “Existen muchos prejuicios; que la investigación es peligrosa, que los pacientes son conejillos de indias… Hay que desmitificar esas ideas”, explica. “Y sobre todo tener claro que los pacientes se pueden beneficiar ahora de tratamientos gracias a que, en su día, otros pacientes participaron en ensayos clínicos. Es un poco por altruismo, y dicen los expertos en bioética que esa debe ser la principal motivación para participar”.
Otra posible vía para participar en un ensayo clínico es la que acaba de iniciar la Junta de Andalucía con el Registro Voluntario de Personas Interesadas en Participar en Ensayos Clínicos en Andalucía (ReVECA) que permite crear una especie de “bolsa” de pacientes para los ensayos que vayan aprobándose. Se trata, según la propia Junta, de “una base de datos de gran utilidad para los equipos de investigación que necesiten a personas voluntarias” y un medio para que los pacientes puedan manifestar su voluntad de participar y les puedan contactar en caso de que haya un ensayo sobre su enfermedad.
España cuenta además con organismos intermedios como la Plataforma Española de Unidades de Investigación Clínica y Ensayos Clínicos (SCReN) cuyo objetivo es “ayudar a los investigadores del sistema nacional de salud a llevar adelante ensayos”, según explica su coordinador, Emilio Vargas Castrillón. “Sabemos que hay una serie de cosas que a los investigadores les resultan difíciles, como la interacción con la AEMPS, los comités éticos, la documentación o los plazos, y les echamos una mano e intentamos que sea lo más sencillo para ellos”. Por todo esto, nuestro país está entre los que más ensayos clínicos tienen en marcha en Europa. Durante el año 2017 se autorizaron 780 ensayos, se denegaron 13 y hubo 30 desistimientos, según los últimos datos oficiales disponibles.
“No me voy a rendir y si hay algún tratamiento que se adapte a mí, quiero que experimenten conmigo”. Con estas duras palabras se manifestaba la malagueña Carolina Cerezo en distintos medios en busca de alguna vía para tratar el cáncer que le habían diagnosticado con 24 años. En redes sociales y en una carta dirigida a El País, la joven expresaba una desesperación por la que pasan cada año cientos de pacientes y sus familiares cuando se les diagnostica una enfermedad grave para la que los tratamientos aún no son efectivos. El caso de Carolina, que falleció a finales de mayo, se convirtió en un símbolo y un ejemplo más de la necesidad de informar a los pacientes de las vías que tienen a su disposición para acceder a estos tratamientos.
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“Lo primero que hay que saber es que, efectivamente, un ensayo clínico es una posibilidad de optar a un tratamiento y que te puede llegar en un momento en que todavía puedas tener una oportunidad, pero también implica incertidumbre, ya que el efecto del tratamiento puede ser neutro o incluso negativo”, explica César Hernández García, jefe del Departamento de Medicamentos de Uso Humano de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). “Por otro lado, desgraciadamente, pedir que experimenten con uno no es tan fácil; o bien existe una línea de investigación sobre esa enfermedad a la que incorporarse o no se abre una línea para probar con un solo paciente”.
La decisión de participar en un ensayo clínico conviene hacerla apoyada por un médico
Eso no quiere decir que no haya otras alternativas, como el solicitar el tratamiento de uso compasivo si existe algo que se ha mostrado útil contra la enfermedad pero aún no ha sido aprobado. En cualquier caso, la decisión de participar en un ensayo clínico, insiste Hernández, conviene hacerla apoyada por un médico, que suelen estar al día de cuáles son las últimas investigaciones en marcha y disponen de los recursos necesarios. En caso de no estar de acuerdo con el diagnóstico y tratamiento, en España está garantizado el derecho a una segunda opinión médica por otro especialista y en otro centro, si así se requiere.
Para conocer si existen ensayos clínicos en marcha sobre la enfermedad que padecemos, existen varios recursos oficiales. El más útil y actualizado es el de la propia AEMPS, el Registro Español de Estudios Clínicos. Desde 2013 se han incorporado a este registro 5.056 ensayos realizados en centros españoles. Basta con introducir el nombre de la enfermedad para encontrar toda la información. Si uno busca “cáncer de mama”, por ejemplo, encontrará varios ensayos que están en fase de reclutamiento y otros que aún no se han iniciado, y en cada uno de ellos los criterios de inclusión y exclusión, así como los datos de contacto del promotor, que no siempre está en España. Entre los resultados encontramos un ensayo sobre el “cáncer de mama en etapa avanzada” que probará en 540 sujetos la eficacia de un fármaco contra un tipo concreto de este cáncer (HER2 positivo) y lo comparará con otros tratamientos. Todos los datos se pueden descargar en PDF y están escritos con un esfuerzo por hacerlos inteligibles.
El Registro Español de Estudios Clínicos permite buscar de manera sencilla qué ensayos están en marcha y en qué centros
“El registro está pensado para que sea accesible para todo el mundo”, explica Hernández. “Nosotros incluimos una cosa que no tienen otros registros, un resumen de 100 palabras en un lenguaje lego sobre cuál es el objetivo del ensayo clínico”. Este registro se puso en marcha tras el Real Decreto Legislativo 1/2015, en el que se hizo un gran esfuerzo para facilitar los procedimientos para aprobar ensayos clínicos y que ha supuesto un gran paso adelante. “Se trata de que los pacientes puedan acceder y preguntar a sus médicos, algo que ya ocurre de manera natural, no podemos poner puertas al campo”, explica el responsable de AEMPS.
El segundo nivel de consulta sobre ensayos clínicos disponibles es a una escala más amplia. Se trata del Registro de Ensayos Clínicos de la Unión Europea (EU clinical trials register), que depende de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). La desventaja es que está en inglés y la información parece de forma mucho menos clara, pero permite localizar todos los ensayos clínicos que se hayan realizado o se estén realizando en los países de la Unión Europea.
A un nivel global se encuentra el registro de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH). En Clinicaltrials.gov se pueden encontrar los ensayos clínicos que se están realizando en más de 190 países. Durante mucho tiempo, para cualquier investigador era requisito indispensable incluir su estudio en este registro si quería publicar los resultados en una revista científica, de modo que se ha convertido en la mayor base de datos del mundo de este tipo de estudios. Aquí también podemos ver el objetivo del ensayo, los datos de contacto de los coordinadores y participantes y su estado actual. Aunque no es habitual, en casos de enfermedades muy poco frecuentes las empresas están dispuestas a pagar el traslado y los gastos del paciente en el país donde se realiza el ensayo.
Las farmacéuticas también ponen las bases de datos con sus ensayos a disposición de los pacientes
Otra pata importante del sistema de información pública es la que aportan las propias compañías farmacéuticas, que ponen las bases de datos con los ensayos que están realizando a disposición de los pacientes. Es el caso de la compañía Lilly, que a través de la web Lillytrialguide y de la aplicación Trials4Me nos permite incluir el código postal junto con la enfermedad sobre la que estamos buscando ensayos y obtener una ubicación de los centros en un mapa de Google. Si uno busca información sobre tratamientos para el cáncer de páncreas metastásico, por ejemplo, puede llegar hasta un ensayo en marcha y leer los requisitos que se piden como paciente, los objetivos del trabajo y un botón para contactar directamente con cada centro.
“La web está enfocada a los pacientes, de forma que tú pones la enfermedad que tienes y pones dónde vives y te sale el mapa de Google con todos los centros marcados de qué hospitales están investigando y la distancia”, explica José Antonio Sacristán, director médico de Lilly España. Él y su equipo llevan años haciendo un esfuerzo por llegar a las asociaciones de pacientes y poner a su disposición este conocimiento y estas herramientas, para desmitificar muchos aspectos sobre los ensayos clínicos. “Existen muchos prejuicios; que la investigación es peligrosa, que los pacientes son conejillos de indias… Hay que desmitificar esas ideas”, explica. “Y sobre todo tener claro que los pacientes se pueden beneficiar ahora de tratamientos gracias a que, en su día, otros pacientes participaron en ensayos clínicos. Es un poco por altruismo, y dicen los expertos en bioética que esa debe ser la principal motivación para participar”.
Otra posible vía para participar en un ensayo clínico es la que acaba de iniciar la Junta de Andalucía con el Registro Voluntario de Personas Interesadas en Participar en Ensayos Clínicos en Andalucía (ReVECA) que permite crear una especie de “bolsa” de pacientes para los ensayos que vayan aprobándose. Se trata, según la propia Junta, de “una base de datos de gran utilidad para los equipos de investigación que necesiten a personas voluntarias” y un medio para que los pacientes puedan manifestar su voluntad de participar y les puedan contactar en caso de que haya un ensayo sobre su enfermedad.
Durante el año 2017 se autorizaron 780 ensayos, se denegaron 13 y hubo 30 desistimientos
España cuenta además con organismos intermedios como la Plataforma Española de Unidades de Investigación Clínica y Ensayos Clínicos (SCReN) cuyo objetivo es “ayudar a los investigadores del sistema nacional de salud a llevar adelante ensayos”, según explica su coordinador, Emilio Vargas Castrillón. “Sabemos que hay una serie de cosas que a los investigadores les resultan difíciles, como la interacción con la AEMPS, los comités éticos, la documentación o los plazos, y les echamos una mano e intentamos que sea lo más sencillo para ellos”. Por todo esto, nuestro país está entre los que más ensayos clínicos tienen en marcha en Europa. Durante el año 2017 se autorizaron 780 ensayos, se denegaron 13 y hubo 30 desistimientos, según los últimos datos oficiales disponibles.
“Solo el 5% de los pacientes cuyo médico es a la vez investigador tiene acceso a los ensayos”
“España es un país atractivo porque tiene un sistema de salud muy potente, sus profesionales son muy buenos y ofrece la posibilidad de reclutar pacientes muy rápido”, indica César Hernández desde la AEMPS. “Sí que es verdad que han mejorado los trámites y con la nueva legislación los procesos son más ágiles”, confirma Sacristán desde el sector privado. “España ha hecho un esfuerzo, y también los hospitales, que se han dado cuenta del gran beneficio que supone para el sistema sanitario participar en ensayos clínicos”. ¿Significa esto que nuestro médico estará al día de qué tratamientos se están probando para nuestra enfermedad?
“El gran problema es que solo el 5% de los pacientes cuyo médico es a la vez investigador tiene acceso a los ensayos”, señala el director médico de Lilly. “Si tienes la suerte de que tu médico es investigador puedes participar. Con el otro 95% hay que buscar formas de que tengan información de que existen estas opciones. Pero cada vez existen más grupos de investigación dentro de las sociedades científicas, agrupaciones de pacientes… En general es más fácil acceder a la información”. En Estados Unidos, donde solo el 3% de los pacientes participan en ensayos clínicos sobre cáncer, el debate está también en la forma en que las personas acceden a la información y el papel de las redes sociales en esta búsqueda, ya que no siempre circulan datos fiables.
Otra posibilidad de los pacientes es recibir un tratamiento de uso compasivo, siempre que se trate de personas “que padecen una enfermedad crónica o gravemente debilitante o que se considera pone en peligro su vida y que no pueden ser tratados satisfactoriamente con un medicamento autorizado”. También se puede autorizar el tratamiento con un medicamento que se está probando con éxito en un ensayo clínico pero en el que el paciente no ha podido participar.
En todo caso, el propio fabricante del medicamento debe autorizar su uso compasivo y el médico tiene que hacer la solicitud a través del formulario correspondiente para que la AEMPS lo apruebe, tal y como se establece en el RD 1015/2009 sobre disponibilidad de medicamentos en situaciones especiales. Además, el facultativo está obligado a justificar el motivo por el que ese paciente no puede tratarse de forma satisfactoria con las alternativas terapéuticas autorizadas, aportar los datos que apoyan el uso del medicamento para el paciente y las razones por las cuales el paciente no puede ser incluido en un ensayo clínico.
“Son medicamentos que están en investigación y aún no han sido autorizados, pero existen indicios de que pueden tener una eficacia”, indica Sacristán. “También se le aplica a pacientes que han participado en un ensayo clínico que ha tenido buen resultado. Cuando termina, pasa un tiempo hasta que se aprueba el medicamento, y ahí el uso compasivo consiste en continuar el tratamiento de esos pacientes hasta que el tratamiento se apruebe”. A menudo, es la propia compañía la que suministra ese fármaco sin coste alguno.
Como se recoge en la memoria anual de la agencia, cada año se reciben entre 30.000 y 35.000 solicitudes para pacientes y la inmensa mayoría son aprobadas. En la práctica clínica, hay decenas de ejemplos de medicamentos que se usan así, sobre todo en oncología, como el Everólimus para cáncer de riñón metastásico, el acetato de abiratenona para el cáncer de próstata o el Ipilimumab para el melanoma metastásico. Asimismo, como señala la profesora de farmacología de la Universidad de Málaga Encarnación Blanco-Reina en una revisión sobre el tema, “la práctica de prescribir medicamentos fuera de las condiciones de uso autorizadas puede entrañar beneficios, pero también riesgos, a veces muy importantes para el paciente”, y en una parte de los casos la eficacia terapéutica no tiene suficiente respaldo científico, de modo que conviene ser cautelosos.
Registro Español de Estudios Clínicos
Registro de Ensayos Clínicos de la Unión Europea
Registro Voluntario de Personas Interesadas en Participar en Ensayos Clínicos en Andalucía
Los científicos pudieron recrear la cara utilizando modelos matemáticos. Imagen: Universidad de Glasgow.
Neurocientíficos de la Universidad de Glasgow han usado los recuerdos de las personas para recrear caras en 3D con un detalle increíblemente preciso, únicamente a partir de las imágenes almacenadas en la memoria.
El profesor Philippe Schyns, experto en cognición visual en el Instituto de Neurociencia y Psicología de la citada universidad, explica que este estudio permitirá una mayor comprensión de los mecanismos cerebrales de identificación facial, y podría tener aplicaciones para inteligencia artificial, tecnología de videojuegos y testimonios de testigos presenciales.
"Es difícil entender qué información almacenan las personas en su memoria cuando reconocen caras familiares, pero hemos desarrollado una herramienta que nos permite hacer eso. Mediante la ingeniería inversa de la información que caracteriza la identidad de alguien, representada matemáticamente, podemos reproducirla gráficamente", señala Schyns en un comunicado.
Metodología
En el experimento, los investigadores pidieron a 14 colegas universitarios que vieran 1.800 imágenes de caras, presentadas al azar, y calificaran el parecido de algunas de ellas con una cara de alguien conocido almacenada en su memoria.
Tenían que ir viendo la galería de imágenes de caras y, si observaban algún parecido con la imagen del conocido, anotar qué característica de la cara presentada coincidía con la cara almacenada en su memoria.
Los científicos fueron creando una base de datos con esa información: por ejemplo, si la comisura de los labios era importante, o la forma de las cejas, etc., para asociar la imagen presentada con la imagen mental de la persona conocida.
De esta forma, los neurocientíficos pudieron construir el código de identificación usado por los 14 voluntarios para reconocer rasgos parecidos entre las imágenes presentadas y la imagen mental de la persona conocida.
Una vez "descifrado el código" usado por el cerebro para determinar la identidad visual de una persona, replicaron ese código neuronal en un programa informático y modelaron el mecanismo de la memoria facial.
A la izquierda, imagen real de un hombre de 38 años. A la derecha, una imagen del mismo hombre generada por ordenador utilizando únicamente la imagen mental de una persona. Universidad de Glasgow.
El nuevo chip se basa en un material ultra delgado que cambia la resistencia eléctrica en respuesta a diferentes longitudes de onda de la luz. Foto: Universidad RMIT.
Investigadores del Royal Melbourne Institute of Technology (RMIT) han desarrollado un dispositivo que utiliza la luz para crear, almacenar, modificar y borrar recuerdos, de la misma forma que lo hace el cerebro.
Se trata de un chip electrónico que usa la biotecnología y la optogenética para replicar artificialmente la forma en la que el cerebro almacena y borra información.
La optogenética combina métodos genéticos y ópticos para controlar eventos específicos en ciertas células de tejidos vivos, alcanzando la misma precisión que los sistemas biológicos.
En esta investigación, la optogenética ha permitido a los científicos ahondar en el sistema eléctrico del cuerpo con una precisión increíble, utilizando la luz para manipular las neuronas de modo que puedan encenderse o apagarse.
El nuevo chip se basa en un material ultra delgado que cambia la resistencia eléctrica en respuesta a diferentes longitudes de onda de la luz, lo que le permite imitar la forma en la que las neuronas trabajan para almacenar y eliminar información en el cerebro.
El chip también puede realizar operaciones lógicas, como el procesamiento de información, sencillamente marcando otra casilla para que realice una segunda funcionalidad similar a la del cerebro.
Replicando al cerebro
Las conexiones neuronales ocurren en el cerebro a través de impulsos eléctricos. Cuando pequeños picos de energía alcanzan un cierto umbral de voltaje, las neuronas se unen entre sí, y comenzamos a crear una memoria.
En el chip, la luz se utiliza para generar una fotocorriente, que circula a través de dispositivos fotosensibles. El cambio entre colores hace que la corriente invierta la dirección de positiva a negativa.
Este cambio de dirección, o cambio de polaridad, es equivalente a la unión y ruptura de las conexiones neuronales, un mecanismo que permite a las neuronas conectarse (y crear una memoria o inducir el aprendizaje) o inhibirse (e inducir el olvido).
La optogenética completa la proeza tecnológica: la modificación de las neuronas inducida por la luz hace que se enciendan o apaguen, permitiendo o inhibiendo las conexiones a la siguiente neurona, para la creación, almacenamiento, modificación y borrado de recuerdos.
Fósforo negro
Para desarrollar la tecnología, los investigadores utilizaron un material llamado fósforo negro (BP), una forma termodinámicamente estable del fósforo a temperatura y presión ambiente, que puede ser inherentemente defectuoso en la naturaleza.
Este defecto natural suele ser un problema para la optoelectrónica, pero a través de la ingeniería de precisión, en este caso los investigadores pudieron aprovecharlo para crear una nueva funcionalidad.
"Los defectos generalmente se consideran como algo que se debe evitar, pero aquí los estamos utilizando para crear algo novedoso y útil", explica Taimur Ahmed, autor principal del estudio, en un comunicado.
"Es un enfoque creativo que encuentra soluciones para los desafíos técnicos que enfrentamos", concluye.
Los protagonistas: de izquierda a derecha: Sumeet Walia y Taimur Ahmed, del Grupo de Investigación de Materiales Funcionales y Microsistemas. Foto: Universidad RMIT.
El GM Pepe Cuenca analiza una magnífica partida jugada por Granda ante el súper GM Anish Giri. Sacrificio de calidad que nos recuerda a los del genio Petrosian.
Entrevista realizada por el periodista arequipeño Javier Suárez Bustinza en su programa radial televisivo Libertad TV "Hombres y mujeres de sillar"
Los antibióticos pueden dejar al pulmón vulnerable a los virus de la gripe, lo que provoca infecciones y síntomas significativamente peores, ha descubierto un estudio realizado en ratones y dirigido por el Instituto Francis Crick.
La investigación, publicada en Cell Reports, establece que las señales de las bacterias intestinales ayudan a mantener una primera línea de defensa en el revestimiento del pulmón.
Esta revelación se aprecia en este dato: cuando los ratones con bacterias intestinales saludables se infectaron con la gripe, alrededor del 80% de ellos sobrevivieron. Sin embargo, solo un tercio sobrevivió si recibieron antibióticos antes de infectarse.
"Descubrimos que los antibióticos pueden acabar con la resistencia temprana a la gripe, agregando evidencia adicional de que no deben tomarse ni recetarse a la ligera", explica Andreas Wack, director de la investigación, en un comunicado.
"El uso inadecuado no solo promueve la resistencia a los antibióticos y mata a las bacterias intestinales útiles, sino que también puede dejarnos más vulnerables a los virus. Esto podría ser relevante no solo para los humanos, sino también para el ganado, ya que muchas granjas de todo el mundo usan antibióticos de manera profiláctica. Se necesitan más investigaciones con urgencia para comprobar si esto los hace más susceptibles a las infecciones virales", añade Wack.
Regulación de la respuesta inmune
El estudio descubrió que la señalización de interferón tipo I, que se sabe que regula las respuestas inmunes, fue clave para la defensa temprana.
Los interferones son proteínas producidas como respuesta a la presencia de diversos patógenos, tales como virus, bacterias, parásitos y células tumorales.
Entre los genes activados por el interferón citado se encuentra el gen de ratón Mx1, que es el equivalente del gen MxA humano. Este gen antiviral produce proteínas que pueden interferir con la replicación del virus de la influenza, también conocido como de la gripe.
Aunque a menudo se estudia con células inmunitarias, los investigadores descubrieron que las señales de interferón impulsadas por la microbiota o flora intestinal, también mantienen activos los genes antivirales en el revestimiento del pulmón, lo que evita que el virus se afiance.
"Nos sorprendió descubrir que las células que recubren el pulmón, en lugar de las células inmunes, fueron las responsables de la resistencia temprana a la gripe inducida por la microbiota", dice Andreas.
"Estudios anteriores se han centrado en las células inmunitarias, pero descubrimos que las células del revestimiento son más importantes para las etapas iniciales cruciales de la infección. Son el único lugar donde el virus puede multiplicarse, por lo que son el campo de batalla clave en la lucha contra la gripe. Las bacterias intestinales envían una señal que mantiene preparadas las células que recubren el pulmón, lo que evita que el virus se multiplique tan rápidamente”, añade.
El cerebro dispone de un sistema de posicionamiento global (GPS) que nos permite orientarnos en relación con nuestro entorno, una habilidad capital para nuestra supervivencia.
Gracias a este sistema de navegación, los seres humanos y los animales pueden hacer frente a entornos complejos, incluso sin una brújula.
Esa proeza la conseguimos gracias a la intensa actividad de una red de neuronas situadas en lo más profundo del cerebro: cooperan para crear un mapa mental del entorno que nos permite trazar el trayecto de un lugar a otro.
Las regiones del cerebro involucradas en la búsqueda de rutas están íntimamente ligadas con la formación de recuerdos nuevos. Cuando esos circuitos neuronales fallan sobreviene la desorientación que caracteriza a los enfermos de alzhéimer.
Ahora, investigadores de la Universidad Ruhr de Bochum y del Centro Médico Universitario de Friburgo, ambos en Alemania, y de la Universidad de Pekín, en China, han descubierto cómo consigue el cerebro esta singular hazaña.
Oscilaciones theta
Los investigadores han descubierto que las ondas Theta del cerebro son las que permiten que recordemos en todo momento a dónde vamos y nos evitan la desorientación.
La actividad eléctrica del cerebro genera una serie de ondas que pueden ser detectadas mediante el electroencefalógrafo.
Estas ondas son del orden de microvoltios en humanos y se clasifican en: delta (de 1 a 3 Hz); theta (3,1 a 7,9 Hz); alpha o ritmo mu (8 a 13 Hz); beta (14 a 29 Hz) y gamma (30 a 100 Hz).
Las ondas theta están asociadas con las primeras etapas de sueño y se generan tras la interacción entre los lóbulos temporal y frontal.
Según los resultados de esta investigación, publicados en la revista revista Science Advances, las ondas theta son también las que nos permiten recordar el lugar al que queremos ir cuando iniciamos un trayecto.
Los investigadores llegaron a esta conclusión después de estudios con pacientes con epilepsia a los que les había implantado electrodos en el cerebro para sus tratamientos médicos.
Los autores de esta investigación aprovecharon estos electrodos para registrar su actividad neuronal durante una tarea de navegación en realidad virtual.
Maria Blasco, jefa del Grupo de Telómeros y Telomerasa del CNIO y directora del estudio, y Kurt Whittemore, primer firmante
Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) han descubierto una relación muy clara entre lo que vive cada una y la velocidad a la que se acortan sus telómeros, las estructuras que protegen los genes en los cromosomas.
La relación se expresa con una ecuación matemática, una fórmula capaz de predecir con exactitud la longevidad de especie.
El trabajo ha sido realizado tras analizar nueve especies de mamíferos y aves, en colaboración con el Zoo Aquarium de Madrid y la Universidad de Barcelona.
“El ritmo de acortamiento de los telómeros es un potente predictor de la duración de la vida de las especies”, escriben los autores en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
El estudio compara los telómeros de ratones, cabras, delfines, gaviotas, renos, buitres, flamencos, elefantes y humanos, y revela que las especies cuyos telómeros se acortan más rápido viven menos.
La relación se ajusta a un tipo determinado de curva matemática -una power law o curva potencial- que también se da en otros procesos, explican los autores en PNAS: el crecimiento poblacional, el tamaño de las ciudades, la extinción de especies, la masa corporal y los ingresos individuales, entre otros.
Para Maria Blasco, jefa del Grupo de Telómeros y Telomerasa del CNIO y directora del trabajo, el que haya una relación tan clara entre velocidad de acortamiento de los telómeros y longevidad apunta a que “hemos hallado un patrón universal, un fenómeno de la biología que explica la duración de la vida de las especies, y que merece más investigación”.
Velocidad de acortamiento
En el caso de la relación entre acortamiento telomérico y longevidad de especies, la curva hallada por los investigadores del CNIO encaja muy bien con los datos.
De hecho, “la ecuación puede usarse para predecir la longevidad de las especies partiendo únicamente del ritmo de acortamiento de los telómeros”, escriben los autores. El ajuste es mejor cuando se usa la longevidad media de la especie -79 años, en el caso de los humanos-, en vez de la máxima -los 122 años documentados que vivió la francesa Jeanne Calment-.
Hace tiempo que se sabe, gracias en gran parte al trabajo del grupo de Blasco, que los telómeros están en el origen del envejecimiento del organismo. Los telómeros integran los extremos de los cromosomas, dentro del núcleo de la célula; su función es proteger los genes.
Sin embargo, cada vez que las células se multiplican para reparar daños, sus telómeros se hacen un poco más cortos. A lo largo de la vida puede ocurrir que los telómeros se acorten demasiado, y no se puedan regenerar más. Cuando eso sucede la célula deja de funcionar normalmente.
Hasta ahora, no obstante, no se había encontrado relación entre los telómeros de cada especie y su longevidad. Hay especies con telómeros muy largos que viven poco, y viceversa.
La temida metástasis que extiende el cáncer por el cuerpo se debe a un simple cambio en la textura de
Las células cancerosas pueden iniciar un proceso que las pone en movimiento, cambiando la actividad de muchas moléculas, de manera similar a un interruptor. Se muestran las proteínas YAP (en rojo) y Catenina beta (en verde), y núcleos celulares (en azul). (Imagen cortesía del laboratorio Levchenko.)
Investigadores de la Universidad de Yale han descubierto cómo la metástasis, la propagación de las células cancerosas en todo el cuerpo, se desencadena a nivel molecular.
También han desarrollado una herramienta capaz de detectar esos desencadenantes en pacientes con ciertos tipos de tumores. El descubrimiento podría conducir a nuevas formas de tratar el cáncer.
El estudio, dirigido por Andre Levchenko, miembro del Centro de Cáncer de Yale, se ha publicado en la revista Nature Communications .
Una de las formas en que se produce la metástasis es a través de la Transición Epitelio Mesénquima (MET), un proceso que rompe las células vecinas entre sí y las pone en movimiento.
Se ha asumido durante mucho tiempo que las señales químicas o los cambios genéticos en las células desencadenan la MET.
Pero el equipo de investigación de Levchenko ha descubierto que la MET podría deberse a un simple cambio en la textura de la matriz extracelular (MEC), que actúa como un andamio para las células.
Descubrió que la alineación de las células (un acontecimiento biológico común) puede desencadenar un proceso MET que las pone en movimiento, cambiando la actividad de muchas moléculas, de manera similar a un interruptor, sin necesidad de ningún otro estímulo.
"Quedó claro que en algunos cánceres, antes de que las células se alejen del tumor y se diseminen, hay un cambio en el medio ambiente", dijo Levchenko, en un comunicado.
"Cuando estas fibras en la matriz se alinean, crean pistas en las que se mueven las células, y descubrimos cómo a esas células las controlan las redes moleculares complejas", añade.
Imitando el entorno celular
Con un método que idearon para imitar el entorno celular, los investigadores exploraron el proceso de MET a nivel molecular y descubrieron dos mecanismos de retroalimentación separados, es decir, dos o más moléculas que habitan o se activan entre sí.
Una conectó la proteína conocida como YAP al regulador genético WT1, lo que provocó que las células se rompieran entre sí. El otro conectó YAP a la proteína TRIO, activando las células en movimiento e incluso aumentando su velocidad.
Al combinar el análisis experimental y los datos clínicos, los investigadores confirmaron que este mecanismo es activo en los cánceres de riñón y explican su metástasis.
"Esta información puede usarse potencialmente para desarrollar nuevas pruebas de diagnóstico y allanar el camino para intervenciones clínicas más personalizadas", dijo Levchenko.
Nuevos tratamientos
El descubrimiento también podría conducir a nuevos tratamientos para el cáncer, destinando medicamentos a desalentar a las células a someterse al proceso MET.
Este tratamiento tendría gran importancia porque “ la mayoría de los resultados fatales que vemos en el cáncer se deben a metástasis y, por lo tanto, a menudo al proceso de EMT".
Este estudio analizó específicamente el cáncer renal, pero Levchenko dijo que tienen evidencia de que los mismos mecanismos controlan la propagación invasiva de las células en otros cánceres, como el glioblastoma.
Referencia
Switch-like enhancement of epithelial-mesenchymal transition by YAP through feedback regulation of WT1 and Rho-family GTPases. JinSeok Park et al. Nature Communications, volume 10, Article number: 2797 (2019). DOI: https://doi.org/10.1038/s41467-019-10729-5