La regla de oro de la medicina —“lo primero es no hacer daño”— implica que los beneficios esperados de un tratamiento deben superar sus riesgos potenciales.
Hace como un mes dejé de tomar un medicamento sin contactar primero al doctor que me lo recetó, una decisión que regularmente he advertido a otros que nunca hagan. Un neurólogo me había recetado el anticonvulsivo Keppra como medida preventiva, en caso de que una convulsión hubiera sido la causante de una caída en la que me golpeé la cabeza y sufrí una breve pérdida de memoria.
El neurólogo estaba tomando las precauciones debidas conmigo. Hace dos años, había tenido un accidente igual de misterioso, acompañado de una laguna mental de unos quince minutos.
Ya se había descartado un trastorno del ritmo cardíaco y pasarían semanas antes de que pudiera someterme a un estudio de tres días de mis ondas cerebrales para detectar actividad convulsiva. Pero después de diez días de tomar Keppra, cuya etiqueta advertía que podía causar adormecimiento, me sentía mucho peor que “muy somnolienta”. Apenas podía moverme. Pasaba todo el día en cama, incapaz de trabajar, leer o incluso ver televisión. Además, estaba deprimida, lo suficiente como para empezar a enumerar las actividades que podía cancelar, como quizás la vida misma.
Cuando una amiga me comentó que ella también había estado fatigada y deprimida mientras tomaba otro anticonvulsivo, tuve que saber si mis síntomas eran causados por la lesión en mi cabeza o el medicamento, y la manera más fácil de descubrirlo un sábado por la noche era dejar de tomarlo. Luego de 36 horas, era una persona nueva, había recuperado casi por completo mis niveles normales de energía, habilidad para trabajar y entusiasmo por la vida.
Al principio, pensé que me adaptaría a los efectos secundarios del medicamento, pero no hacían más que empeorar cada día. Mi amiga me dijo que había dejado de tomar el anticonvulsivo cuando terminó sentada en el borde de una ventana abierta. Ese lunes, llamé a la oficina del neurólogo y aunque me regañó con toda razón por haber dejado de tomar el medicamento sin su aprobación, al menos viví para contarlo.
Estoy segura de que no he sido la única en abandonar un medicamento sin —o incluso en contra de— la recomendación de un doctor. No hay duda de que muchos, como yo, experimentaron efectos secundarios que eran mucho peores que la condición que el medicamento debía tratar.
La regla de oro de la medicina —“lo primero es no hacer daño”— tiene como corolario que los beneficios esperados de un tratamiento deben superar sus riesgos potenciales. Es la base para la aprobación de los medicamentos recetados de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
La aprobación de la comercialización incluye una revisión de la información que se muestra en el paquete, la cual se supone debe enumerar los posibles efectos secundarios, desde menores hasta graves, que se manifestaron durante las pruebas previas a su lanzamiento. Se insta a los consumidores a leer estas indicaciones antes de tomar un nuevo medicamento. Pero al igual que la lista obligatoria de efectos secundarios y advertencias que acompañan los anuncios de medicamentos impresos y televisados, estas pueden aterrorizar a algunos pacientes y hacer que se nieguen a tomar medicamentos que realmente podrían ayudarlos.
De acuerdo con Timothy O’Shea, farmacéutico clínico que escribe sobre medicamentos recetados, “cada año, un estimado de 4,5 millones de estadounidenses visitan un consultorio médico o una sala de emergencias debido a los efectos secundarios de sus medicamentos recetados”.
Dentro de los diez efectos secundarios “más aterradores” que O’Shea enumera en un artículo de Pharmacy Times, se encuentran las alucinaciones que se pueden vincular a medicamentos psiquiátricos como Seroquel y Haldol, los medicamentos para mejorar el sueño como Ambien y Lunesta, y algunos fármacos anticonvulsivos.
Hace varios años, en un viaje a Panamá, mi compañero de piso tuvo alucinaciones psicóticas por el medicamento Lariam, que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades habían recomendado en aquel entonces para prevenir la malaria.
Otro efecto alarmante es la pérdida de memoria que a veces producen los “sedantes hipnóticos análogos de benzodiazepinas, como Ambien, Lunesta y Sonata”, escribe O’Shea. Sin embargo, más preocupante es el riesgo creciente de pensamientos y comportamientos suicidas en niños, adolescentes y adultos jóvenes, asociado con todos los antidepresivos.
Todos los medicamentos, recetados y de venta libre, tienen efectos secundarios o la posibilidad de causarlos, y el secreto para su uso seguro y benéfico es conocerlos y saber cómo pueden cambiar con respecto a tu salud, hábitos, alimentación, sensibilidades alérgicas y otros medicamentos que tomes. Por lo general, esos pequeños ajustes pueden hacer una gran diferencia en cuán efectivo y seguro sea un medicamento para ti.
Por ejemplo, las personas que toman anticoagulantes deben ser precavidas al tomar aspirinas y otros medicamentos antiinflamatorios no esteroideos que puedan incrementar el riesgo de pérdida de sangre.
Además de las interacciones dañinas entre medicamentos, muchos riesgos asociados con las medicinas provienen de su interacción con alimentos, bebidas, suplementos y otras dolencias. Por ejemplo, algunos medicamentos, incluida la mayoría de los analgésicos, funcionan mejor cuando se toman con algún alimento para reducir los efectos secundarios gastrointestinales, mientras que otros deben ser tomados con el estómago vacío para mejorar su absorción.
La dosis del anticoagulante Coumadin debe ser ajustada según el consumo de ciertos vegetales ricos en vitamina K como la espinaca, la col rizada y el brócoli, los cuales pueden reducir la efectividad del medicamento. La toronja y la granada pueden limitar la habilidad de una estatina para reducir el colesterol, pero la toronja puede incrementar los efectos de algunos medicamentos que tratan la hipertensión. Los fármacos antihipertensivos llamados inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (ECA) pueden alterar la excreción de potasio de alimentos como el plátano.
En general, es mejor evitar tomar medicamentos al mismo tiempo que ingieres vitaminas, hierbas medicinales u otros suplementos. Y a menos que te indiquen lo contrario, toma todos los medicamentos con un vaso entero de agua.
Probablemente la interacción dañina más común entre medicamentos y alimentos es la que sucede entre los fármacos y el alcohol, el cual puede aumentar o reducir los efectos de un medicamento de manera peligrosa. Consumir alcohol mientras se toma un analgésico narcótico puede resultar en una sobredosis accidental, incluso letal. Incluso en pequeñas cantidades, el alcohol puede intensificar los efectos secundarios de un medicamento y causar adormecimiento, mareo e incapacidad para concentrarse, conducir de forma segura u operar maquinaria.
Cuando te prescriban un nuevo medicamento, es recomendable leer las indicaciones de la caja antes de tomar la primera dosis. Puedes también consultar a tu médico acerca de lo que deberías saber para consumir el medicamento de manera segura.
Si sospechas que estás teniendo una reacción adversa al medicamento, no sigas mi ejemplo. En la mayoría de los casos, debes continuar con el tratamiento, pero llamar a tu médico lo más pronto posible. Sin embargo, si desarrollas una reacción alérgica como comezón intensa, hinchazón o dificultad para respirar, deja de tomar el medicamento inmediatamente y acude a la sala de emergencias más cercana o llama al 911.
Toma medidas especiales de precaución si crees que estás reaccionando a un medicamento relativamente nuevo en el mercado. Algunas complicaciones serias no son evidentes hasta que un medicamento ha sido usado durante años por muchas personas.
Cualquier reacción grave a un medicamento debe ser reportada a la FDA. El programa MedWatch de la agencia, fundado en 1993, les pide a los consumidores, así como a los profesionales de la salud, que informen sobre los eventos adversos graves. En www.fda.gov/medwatch puedes conseguir un formulario de notificación con instrucciones.
Jane E. Brody es columnista de Personal Health desde 1976. Ha escrito más de una docena de libros, incluidos los libros Jane Brody’s Nutrition Book y Jane Brody’s Good Food Book.
Jane Brody is the Personal Health columnist, a position she has held since 1976. She has written more than a dozen books including the best sellers “Jane Brody’s Nutrition Book” and “Jane Brody’s Good Food Book.”
Ni tomar más alcohol ni el café son buenas soluciones. Esto es lo que deberías ingerir.
ony Wyss-Coray, autor principal del estudio que descubrió que los niveles de proteínas en la sangre pueden predecir la edad de una persona.
El envejecimiento fisiológico no se produce a un ritmo uniforme, sino que atraviesa al menos tres momentos clave relacionados con los niveles de determinadas proteínas en la sangre.
Esos tres momentos clave ocurren de media a los 34, 60 y 78 años: cuando alcanzamos esas edades, 1.379 proteínas transmitidas por la sangre muestran cambios notables en sus niveles.
A lo largo de la vida, los niveles de esas proteínas en la sangre permanecen constantes, pero en torno a esas edades, experimentan cambios repentinos que les llevan a disminuir o a aumentar su presencia en nuestro organismo.
Estos cambios repentinos tienden a agruparse en tres puntos separados en la vida de una persona: edad adulta, edad media tardía y vejez.
Los cambios en los niveles de esas proteínas en la sangre no solo caracterizan, sino que posiblemente causan, el fenómeno del envejecimiento.
Por este motivo, el análisis de las proteínas presentes en la sangre puede determinar también la edad de una persona.
Estos son los principales resultados de una investigación desarrollada en la Universidad de Stanford cuyos resultados se publican en Nature Medicine.
Muestras de más de 4.000 personas
Los investigadores analizaron el plasma sanguíneo de 4.263 personas de entre 18 y 95 años, examinando los niveles de aproximadamente 3.000 proteínas diferentes y descubrieron que 1.379 varían con la edad.
También pudieron establecer que una mezcla de 373 proteínas sanguíneas pueden usarse para predecir con precisión la edad de una persona, con un margen de aproximadamente tres años.
Con una salvedad importante: cuando el cálculo de la edad con este sistema atribuye un tiempo de vida menor a la edad real de una persona, sus niveles de salud son superiores a los que se corresponden con su edad.
La investigación confirma dos cosas: por un lado, que existe una conexión entre el envejecimiento y la sangre. Por otro lado, que los hombres y las mujeres envejecen de manera diferente.
De las 1.379 proteínas que evolucionaron con la edad, 895 (casi dos tercios) fueron significativamente más predictivas para un sexo que para el otro.
Las emisiones globales de gases de efecto invernadero deben reducirse 7,6% cada año entre 2020 y 2030 para que el mundo logre frenar el calentamiento global en 1,5 °C este siglo, advierte un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP).
El Informe sobre la Brecha de Emisiones indica que, incluso si se implementan todos los compromisos no condicionados del Acuerdo de París, las temperaturas aumentarán 3,2 °C a fines de siglo, lo que provocará impactos climáticos destructivos y de amplio alcance.
Para evitar este escenario y lograr el objetivo de 1,5 °C, los compromisos de reducción de emisiones deben quintuplicarse, sentencia el informe.
La décima edición del informe de UNEP será debatida en el marco de la 25ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), que tendrá lugar desde el 2 de diciembre en Madrid, España.
En el año 2020, durante la COP26 que se celebrará en Glasgow, Reino Unido, se espera que las naciones fortalezcan la ambición de sus compromisos climáticos.
"En los últimos diez años el Informe sobre la Brecha de Emisiones ha hecho sonar las alarmas. Y en esos diez años el mundo sólo ha aumentado sus emisiones", dijo el Secretario General de la ONU, António Guterres.
"Nunca ha habido un momento más importante para escuchar a la ciencia. Si no prestamos atención a estas advertencias y no tomamos medidas drásticas para revertir las emisiones, continuaremos presenciando olas de calor, tormentas y contaminación mortales y catastróficas", añadió.
Mayores impactos climáticos
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) advirtió que un calentamiento global superior a 1,5 °C a fines de siglo aumentará la frecuencia e intensidad de los impactos del cambio climático.
"Nuestro fracaso colectivo para actuar a tiempo y de forma contundente contra el cambio climático significa que ahora debemos realizar reducciones más drásticas de las emisiones: más de 7% cada año durante la próxima década", explica Inger Andersen, directora ejecutiva de UNEP.
“Esto demuestra que los países simplemente no pueden esperar hasta finales de 2020, cuando entren en vigor los nuevos compromisos climáticos, para intensificar la acción. Los gobiernos nacionales y cada ciudad, región, empresa e individuo deben actuar ahora”, añadió Andersen.
“Durante 2020 necesitamos, primero, medidas efectivas para reducir las emisiones lo más posible. Luego, debemos fortalecer las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) para impulsar las transformaciones necesarias en nuestras economías y sociedades, y recuperar así el tiempo perdido. Si no hacemos esto, la meta de 1,5° C estará fuera de nuestro alcance antes de 2030", alertó.
Desequilibrios
Las naciones del G20 (19 países más la UE) son responsables de 78% de todas las emisiones globales, pero sólo cinco de estos países se han comprometido con un objetivo de cero emisiones a largo plazo, indica el informe.
A corto plazo, los países desarrollados tendrán que reducir sus emisiones más rápido que los países en desarrollo, por razones de equidad.
Sin embargo, todos los países deberán contribuir más por el bien colectivo. Los países en desarrollo pueden aprender de los esfuerzos exitosos en los países desarrollados, e incluso pueden superarlos y adoptar tecnologías más limpias a un ritmo más rápido.
El informe indica que en 2020 todas las naciones deben aumentar sustancialmente la ambición en sus NDC, y dar seguimiento a las políticas y estrategias para implementarlas.
Hay soluciones disponibles para hacer posible el cumplimiento de los objetivos acordados en París, pero no se están implementando a la velocidad requerida ni a una escala suficiente.
Esquema químico del resultado.
Un equipo de investigadores rusos y alemanes han sintetizado el primer receptor químico que, en
condiciones de solución acuosa, puede enlazarse eficientemente con el guanosín monofosfato cíclico (GMPc), sustancia que regula muchos procesos fisiológicos en los sistemas cardiocirculatorio y nervioso.
Este trabajo permitirá crear, por ejemplo, medicamentos más eficientes para curar secuelas del infarto de miocardio, así como métodos de detección de los virus según sus nucleótidos. Los resultados de esta investigación se publican en el Journal of Organic Chemistry.
Cuestión de receptores
Los ácidos nucleicos, ADN y ARN, consisten en nucleótidos o fosfatos de nucleósido.
Los nucleótidos libres participan en la síntesis de las sustancias químicas en las células, influyen en la actividad de los fermentos y funcionan como los portadores de energía.
Por lo tanto, para solucionar muchos de los problemas médicos y biotecnológicos es necesario crear los receptores, es decir, moléculas que son capaces de “atrapar” o enlazarse con los nucleótidos determinados.
Esto permitirá definir qué tipos de nucleótidos contiene la solución, entender mejor los mecanismos de los procesos fisiológicos, también crear medicamentos dirigidos que influyen selectivamente en unas funciones de la célula, sin influir en las otras.
Problema resuelto
El director del departamento de la Química Inorgánica de la Universidad de la Amistad de los Pueblos de Rusia (RUDN), Víctor Khrustalev, y sus colegas de la Universidad tecnológica de Chemnitz (Alemania) han solucionado este problema en el contexto de nucleótido GMPc (el guanosín monofosfato cíclico).
Se trata de una forma cíclica de nucleótido que se forma de guanosín trifosfato (GTP). Esta forma funciona como el intermediario secundario y arranca una cascada de reacciones que activa las funciones fisiológicas en los músculos lisos del corazón, hipófisis, retina y otras células.
Mediante los receptores adecuados se puede influir en GMPc y, así, curar las consecuencias del infarto de miocardio, hipertrofia cardíaca e insuficiencia cardíaca.
Las moléculas no se enlazan tan fácilmente con los nucleótidos en las condiciones de solución acuosa. La molécula de GMPc consiste en la base de nucleótido y residuo de fosfato.
Referencia